EL “PODER” DE CHINA EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
Si el siglo XIX fue el siglo del Reino Unido y el siglo XX, el de Estados Unidos, no hay muchas dudas de que el siglo XXI sea el siglo de China.
China ha sido, principalmente, una potencia continental pero ahora está adquiriendo importantes capacidades para postularse como una potencia marítima. Está comenzando con su actitud agresiva en el Mar de China Continental, tomando posturas en contra del derecho internacional y presionando a los países ribereños de dicho Mar que también tienen derechos sobre el mismo. A pesar de la vieja idea china de neutralidad, hoy está tomando posiciones claramente partidistas cuando no hegemónicas.
Después del discurso de Deng Xiaoping en el año 1978 del socialismo con características chinas, en el XIX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh)de 2017 se aprobó la moderna doctrina de Xi Jinping, basada en tres pilares. La nueva doctrina geopolítica de conseguir que la humanidad progrese de una forma armoniosa; la necesidad de dotar al Ejército Popular de Liberación (EPL) de las capacidades necesarias para ganar las guerras en todo el mundo; y la implantación de la doctrina del socialismo con características chinas en una nueva era como una nueva doctrina que ya ha sido adoptada por el PCCh.
Se analizó China como amenaza para Estados Unidos y cómo la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, gran apuesta estratégica de China puede ser un elemento que haga frente con cierto al liderazgo mundial de EEUU en los próximos años. Por otra parte, el EPL está dotándose de modernas capacidades, muchas de ellas procedentes de tecnologías emergentes que rivalizan con las Fuerzas Armadas occidentales.
También se trató las relaciones entre China y la Unión Europea que están transcurriendo en diferentes fases, unas veces alcanzando grandes avances en las relaciones económicas comerciales y otras con discrepancias en asuntos derivados, especialmente, de los derechos humanos.
En definitiva, la Jornada resumió su intervención con el mensaje de que era necesario y procedente, desde el punto de vista occidental, fomentar el diálogo y la cooperación con China, pero siempre partiendo de la base del respeto mutuo y el establecimiento de unas reglas y normas internacionales que tengan muy en cuenta los valores universales de la humanidad.